Cuento Infantil: Pinocho y Geppetto

Cuento Pinocho y Geppetto

Cuento corto Pinocho y Geppetto para leer con niños

Érase una vez un tallador de madera llamado Geppetto. Hacía marionetas con trozos de madera y llamaba Pinocho a su marioneta favorita.

– Me encantaría ser padre de un niño de verdad como Pinocho- deseaba.

Aquella noche, el hada azul, que sabía que Geppetto era un buen hombre, costó un hechizo mágico sobre Pinocho.

Al día siguiente, Geppetto se despertó y se puso muy contento al ver que Pinocho podía andar, sentarse y hablar como un niño de verdad. 

Geppetto quiso enviar a Pinocho a la escuela. Vendió su único abrigo por un libro de ortografía.

– Ahora puedes ir a la escuela como un niño de verdad -ayudó Geppetto mientras nos despedíamos de Pinocho.

De camino a la escuela, Pinocho se detuvo a ver un espectáculo de marionetas en un pueblo. 

– ¿Te gustaría participar en mi espectáculo de marionetas? – preguntó el malvado titiritero.

Pinocho aceptó encantado. Estaba encerrado en la caravana del malvado titiritero. Deseaba estar a salvo con Geppetto. El hada azul apareció de repente. Había oído el deseo de Pinocho y lo liberó. Pinocho está feliz de ser libre. 

– Me voy directo a la escuela- dijo.

Pero se encontró con un zorro malvado que le habló de un lugar maravilloso llamado la isla de la diversión. Pinocho se olvidó por completo de la escuela y le dio al zorro su libro de ortografía a cambio de un billete para la Isla de la Diversión.

– ¿Adónde vas, Pinocho? preguntó el hada.

– Voy camino de la escuela – mintió Pinocho.

La nariz de Pinocho se hizo muy, muy larga. Deseó no haber mentido. El hada llamó a un pájaro para que le picoteara la nariz larga porque Pinocho estaba muy arrepentido. Pinocho prometió no volver a portarse mal y se fue directamente a la escuela.

En la escuela, Pinocho le contó a su amigo todo sobre la isla de la diversión. Su amigo quería ir con él. Pinocho y su amigo subieron a toda prisa a un barco que iba a la Isla de la Diversión. En la isla no sabían que a los niños los convertían en burros y los utilizaban para trabajos muy duros. 

Pinocho lloró y deseó no haber venido a la isla. También deseó no parecer un burro tonto. El hada azul escuchó su deseo y con un movimiento de su varita mágica le desaparecieron las orejas y la cola de burro. Pinocho estaba triste en la orilla, mirando tristemente al mar. Se preguntaba si volvería a ver a Geppetto.

De repente, vio a Geppetto, que había navegado mar adentro en busca de Pinocho. Geppetto no vio la enorme ballena que tenía detrás. La ballena se tragó a Geppetto y su barco. Pinocho sabía que tenía que salvar a Geppetto. Saltó al agua y nadó con todas sus fuerzas. Al acercarse, la ballena abrió la boca y Pinocho nadó hacia dentro. En lo más profundo del vientre de la ballena, Pinocho y Geppetto se abrazaron, felices de estar juntos de nuevo.

– Tenemos que encontrar una salida -dijo Geppetto-, haremos una hoguera con la madera de mi barca. 

El humo hizo estornudar a la ballena. Salieron disparados de la boca de la ballena y volvieron al mar. Pinocho y Geppetto nadaron sanos y salvos hasta la orilla. Los dos estaban cansados. Se tumbaron en la arena y se durmieron. Cuando Geppetto despertó, vio que el hada azul, como recompensa por haber sido tan valiente, había convertido a Pinocho en un niño de verdad. 

– Por fin se ha cumplido mi deseo! – gritó Geppetto.

¡Qué divertido el cuento de Pinocho! Esperamos que los hayas disfrutado junto a tus niños.