Cuento Infantil: Blancanieves y los Siete Enanitos

Cuento Blancanieves y los Siete Enanitos

Cuento corto de “Blancanieves y los siete enanitos” para leer con niños

Érase una vez un rey y una reina que tuvieron una niña, y al ver su pelo negro, su piel blanca como la nieve y sus labios rojos decidió llamarla Blancanieves.

Blancanieves creció y se convirtió en una niña muy bonita, pero por desgracia, al cabo de unos años, su madre murió y su padre se casó de nuevo. La nueva reina, la madrastra de Blancanieves, también era una mujer hermosa, pero muy vanidosa. Lo que más deseaba era estar segura de que era la mujer más bella del mundo.

Tenía un espejo mágico y cada día se miraba en él y decía:

– Espejito, espejito, ¿quién es la más bella de todas?

Y el espejo siempre respondía:

– Tú, oh reina, eres la más bella de todas.

La reina sonreía al oír esto, pues sabía que el espejo nunca faltaba a la verdad. Pasaron los años. Cada año Blancanieves estaba más y más guapa, hasta que un día, su madrastra se miró en el espejo mágico y dijo:

– Espejito, espejito en la pared, ¿Quién es la más bella de todas?

– Tú, oh reina, eres bella, pero Blancanieves es ahora más bella que tú.

La reina estaba furiosa y celosa. Con una rabia terrible, decidió que había que matar a Blancanieves. Llamó a un cazador y le dijo que se llevara a Blancanieves al bosque y la matara allí. Para demostrar que Blancanieves estaba muerta, le ordenó que le arrancara el corazón y se lo devolviera.

El cazador estaba muy triste, porque quería mucho a Blancanieves, pero sabía que debía obedecer sus órdenes. La llevó a lo más profundo del bosque y, mientras desenvainaba su cuchillo, no pudo matarla. Le dijo que nunca volviera al castillo, entonces mató a un joven ciervo y le arrancó el corazón y se lo llevó a la reina, fingiendo que era el corazón de Blancanieves.

La pobre Blancanieves estaba cansada, sola y hambrienta en el bosque. Vagó entre los árboles hasta que llegó a un claro y encontró una casita. La abrió y entró. Allí vio una habitación con una larga mesa en la que había siete sitios con comida, y comió un poco de cada uno.

Más allá de la mesa había siete camitas. Probó algunas de ellas y, cuando encontró una que le pareció cómoda, se quedó profundamente dormida, pues estaba agotada por su largo viaje a través del bosque.

En la cabaña vivían siete enanos. Durante todo el día trabajaban en una mina cercana extrayendo diamantes de las profundidades de la montaña. Cuando volvieron a casa esa noche, se sorprendieron al ver que alguien había entrado en su cabaña y había cogido comida y bebida de cada sitio de su mesa. También se sorprendieron al ver sus camas revueltas, hasta que un enano gritó que había encontrado a una encantadora muchacha dormida en su cama.

A la mañana siguiente, Blancanieves se despertó, se reunió con los enanitos y les contó su historia. Cuando les explicó que ahora no tenía casa, los enanitos le preguntaron inmediatamente si quería quedarse con ellos.

De vuelta al palacio, la reina recibió al cazador cuando regresó con el corazón del ciervo. Se alegró de volver a ser la mujer más bella del mundo. En cuanto se quedó sola, se miró en su espejo mágico y dijo, segura de sí misma:

– Espejito, espejito, ¿quién es la más bella de todas?

Para su horror, el espejo respondió:

– Tú, oh reina, eres bella, es cierto, pero Blancanieves es aún más bella que tú.

La reina tembló de rabia al darse cuenta de que el cazador la había engañado. Decidió que ahora encontraría a Blancanieves y la mataría ella misma. La reina se disfrazó de vieja vendedora ambulante con un cesto de manzanas, y una de ellas estaba envenenada.  Cuando llamó a la puerta de la cabaña, la reina ofreció a Blancanieves una manzana como regalo. Blancanieves extendió la mano para coger la manzana y también le dio un mordisco. Al instante, Blancanieves se vio afectada por el veneno y cayó como muerta.

Cuento de Blancanieves

Aquella noche, cuando los enanitos regresaron, fueron incapaces de reanimarla. La velaron toda la noche, pero al amanecer seguía sin dar señales de vida y decidieron que debía de estar muerta. Llorando amargamente, pusieron aquí un ataúd y colocaron una tapa de cristal encima para que todos pudieran admirar su belleza, a pesar de que estaba muerta.

Luego llevaron el ataúd a lo alto de una colina, donde se turnaron para montar guardia.

Poco después llegó un príncipe cabalgando por el bosque y se acercó a la colina donde Blancanieves yacía en su ataúd con tapa de cristal. Era tan hermosa que se enamoró de ella y preguntó a los enanitos si podía besarla. Mientras el príncipe besaba suavemente a Blancanieves, le movió la cabeza.

El trozo de manzana envenenada cayó de sus labios. Poco a poco volvió a la vida. Blancanieves vio al apuesto príncipe arrodillado en el suelo a su lado y se enamoró de él al instante.

Entonces la reina, lejos en el palacio, oyó desde el espejo:

– Tú, oh Reina, eres hermosa, es verdad, pero Blancanieves es aún más hermosa que tú.

Estaba furiosa porque Blancanieves había escapado de la muerte una vez más. Y ahora el rey descubrió qué travesuras había estado tramando, y la desterró de su tierra. Nadie volvió a verla ni a ella ni a su espejo. En cuanto a Blancanieves, se despidió de sus amables amigos los enanitos y se marchó a lomos del caballo del príncipe.

En su castillo se casaron y ambos vivieron felices para siempre.