Cuento Infantil: Alicia en el País de las Maravillas
Cuento corto de “Alicia en el País de las Maravillas” para leer con niños
Era un caluroso día de verano y Alicia se aburría sentada junto a su hermana, que tenía la nariz hundida en un libro. De repente, un pequeño Conejo Blanco de ojos rosas corrió delante de ella gritando:
– «Vaya, vaya, llego tarde».
El Conejo sacó un reloj del bolsillo para ver la hora. Sacudió la cabeza y desapareció por una madriguera.
-Tengo que averiguar por qué tiene tanta prisa», gritó Alicia.
Llena de curiosidad, corrió hacia la madriguera y se asomó. El agujero cayó de repente y Alicia se desplomó.
– «¿Cuándo llegaré al fondo de este espantoso agujero?», gritó, mientras caía impotente hacia abajo.
Finalmente aterrizó en un largo y estrecho pasillo con puertas de muchos tamaños.
Sobre una mesa de tres patas, Alicia encontró una pequeña llave dorada y una botella verde que decía «BÉBEME».
– «Esta llave debe de encajar en una de las puertas», dijo. «Es la que está detrás de la mesa», gritó, «pero soy demasiado grande para pasar por una puerta tan pequeña. Quizá la poción de ese frasco me ayude», decidió.
Y se la bebió. Alicia empezó a encogerse hasta que no fue más grande que una muñeca. Abrió la puerta y corrió rápidamente a través de ella.
-«¡Qué jardín tan espléndido!», exclamó. -exclamó-. No soy más grande que los insectos que se arrastran por estas flores».
Pero pronto se le pasó la emoción. Alicia se aburrió de su diminuto tamaño.
-Quiero volver a ser grande», gritó.
Sus gritos asustaron al Conejo Blanco, que corrió de nuevo junto a ella. Confundiéndola con su criada, le ordenó: «Ve a mi cabaña y trae mis guantes y mi abanico».
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Alicia estaba confundida por el comportamiento del Conejo.
-Puede que en la casita encuentre algo que me ayude -dijo esperanzada.
En una mesa junto a la puerta había un trozo de tarta de chocolate. Junto al pastel había una nota que decía «CÓMEME».
– «Tengo tanta hambre», dijo Alice mientras comía el pastel. «Me siento extraña. ¡Oh, no! He crecido más que esta casa», gritó.
-«¡Fuera de mi camino! Estás bloqueando la puerta», gritó el Conejo Blanco.
Alicia consiguió coger su abanico. Inmediatamente, empezó a encogerse. –
«Oh, nunca volveré a tener el tamaño adecuado», gritó Alicia.
Fue a buscar ayuda. Pronto vio una oruga verde vestida con una chaqueta rosa. Estaba sentado en lo alto de una gran seta, fumando una pipa de burbujas.
– «Un lado te hace grande, el otro te hace pequeña», le dijo a Alicia antes de escabullirse.
– «¿Un lado de qué?» Alice lo persiguió.
-La seta, tonta», contestó él.
Alicia se comió un trozo de seta.
«¡Menos mal, estoy creciendo!», exclamó. «Pero, ¿por dónde voy?».
– «Ese camino lleva al Sombrerero Loco. El otro camino lleva a la Liebre de Marzo», dijo una voz.
Alicia se volvió y encontró a un sonriente Gato de Cheshire en un árbol. «Te veré más tarde en el partido de croquet de la Reina», dijo antes de desaparecer.
Alicia caminó por un sendero:
– «¡Qué bonito! Una fiesta de té», pensó.
– «¡No hay sitio para ti!» gritó el Sombrerero Loco, «Puedes quedarte si respondes a mi acertijo».
Alicia sonrió. Le encantaban las adivinanzas. Después de varias adivinanzas, Alicia se confundió.
– «Cada vez que respondo, tú haces una pregunta», le dijo al Sombrerero Loco.
– «No sabemos ninguna respuesta», se rió él.
– «Esto es una pérdida de tiempo», regañó Alicia.
Los demás la ignoraron. Intentaban despertar al Lirón.
Alicia continuó su paseo. Se encontró en medio de un campo donde la Reina de Corazones jugaba al croquet. Sus guardias y jardineros tenían forma de naipes. Un jardinero había plantado rosas blancas por error y luego las había pintado de rojo.
-«¡Que les corten la cabeza!», gritó la Reina. «¡Odio las rosas blancas!» «¿Has jugado alguna vez al croquet?», preguntó la Reina a Alicia.
«Sí», respondió Alicia tímidamente. «Pero nunca he usado un flamenco o un erizo».
– «¡Juega conmigo!», ordenó la Reina. «¡Y déjame ganar o tendré tu cabeza!».
Alicia hizo todo lo posible por jugar, pero tuvo problemas con su flamenco.
-«¡Que le corten la cabeza!», gritó la Reina.
En ese momento sonó una trompeta a lo lejos llamando al tribunal a sesión. Todos se apresuraron a entrar en la sala.
– «Se abre la sesión», anunció el Conejo Blanco. «¿Quiere Alicia subir al estrado?».
Alicia subió al estrado y miró hacia el palco del jurado, donde la Liebre de Marzo y el Sombrerero Loco hacían ruido. El Lirón dormía y el Gato de Cheshire le sonreía.
– «¿Qué está pasando?», preguntó Alicia.
– «¡Eres culpable de robar las deliciosas tartas en forma de corazón!» acusó la Reina, «Y ahora debes ser castigada. Que le corten la cabeza», gritó la Reina.
-Qué tonta», replicó Alicia. «¡No tenía la menor idea de lo que estabais hablando! Sólo estaba jugando al croquet».
Alicia sintió que alguien le tocaba el hombro
– «Despierta. Llevas demasiado tiempo durmiendo», dijo su hermana suavemente.
– «He tenido un sueño extraño», dijo Alicia.
Le contó a su hermana lo del Conejo Blanco, la fiesta loca del té, la Reina de Corazones y el juicio. Pero su hermana no le prestaba atención.
-Estás leyendo otra vez», murmuró Alicia. Mientras se estiraba, Alicia vio a un pequeño Conejo Blanco de ojos rosados escabullirse detrás de un árbol.
FIN